Historias antiguas

Allegra preciosa: el lunes cumples 18 meses de vida y estás a punto de tener una nueva primita, Andrea.

Sigues creciendo saludable, sin enfermarte apenas y con la alegria del que nada teme porque se sabe protegido por todos, querido por muchos y escuchado por los que importan.

Estoy muy cansada, amor mío. Casi no paro por casa y te veo poco. Cuando lo hago, intento moderar tus actividades para poder seguirte pero es imposible. Tu energía y ganas de vivir son infinitas y yo...yo estoy demasiado cansada.

Anoche no pude dormir y me puse a pensar en la época en que yo era como eres tú hoy y me pregunté: "Donde quedaron esos días?". "Cómo el tiempo pasó tan rápido?".

En aquellos días, éramos 5 que vivíamos inocente y tranquilamente. Nada malo podía ocurrirnos. La vida era tan pacífica que daba rabia. Colegio, juegos, colegio y más juegos formaban parte de nuestras vidas siempre seguidas de cerca por las miradas de nuestros padres.

Al crecer, esos 5 dejaron de ser un grupo: dos, hicieron su propia vida; comenzaron a descansar porque sintieron que la parte pesada estaba hecha y que lo habían hecho bien. Las otras 3, nos convertimos en 6.

Seis para todo, menos para tristezas. Seis para ver cómo pasaban los 90, como cambiaban las modas, los políticos y la sociedad. Seis para salir, seis para comer, siempre seis.

Un día, dos de esas seis personas metieron la pata y se apartaron del grupo. Continuamos 4, siempre pensando en los dos que no estaban y cómo la estarían pasando sin nosotros 4.

Creímos que siempre íbamos a estar juntos porque era lo mejor. Hoy sé que no era lo mejor, que nunca fue lo mejor y que nuestros caminos estaban marcados: aquellos 6 no estábamos destinados a estar juntos, sin embargo, no puedo sino recordar aquellos días tan lejanos con la añoranza de quien se sabe protegida por todos, querida por muchos y escuchada por los que importan. Antes, yo era como tú, Allegra. Fue una maravillosa época de inocencia y alegría que se fue para no volver.

Hoy, soy yo la que tengo que proteger, querer y escuchar. Los roles han cambiado y esta situación me tiene muy preocupada porque creo que tú te mereces lo mejor y yo no te lo estoy dando.

Estoy demasiado cansada para estar contigo cuando estoy en casa y eso no me lo perdonaré nunca. Tú, sí?

Pascua, huevos, conejos, sorpresas y desilusiones

Querida Allegra: el domingo 12 de abril, celebramos la segunda Pascua de tu era.

La Semana Santa fue una semana muy tranquila, la pasamos en casa, contigo, felices.

Los huevos de Pascua se sucedieron y, a pesar que no atravezamos una época de amores con los derivados del cacao, algo comimos. Debemos evitar el chocolate para que las jaquecas no sean tan frecuentes...

El ritmo frenético de esta vida que llevo para poder darte a tí una vida, paró por completo durante la Semana Santa. Demasiada tranquilidad a tu lado, demasiada "Allegra".

También tuvimos la sorpresa "pascuera" de un hijo extramatrimonial del impoluto Presidente de la Republica. Lo cierto, amor mío, es que este nene fue concebido durante una etapa de su vida en la que no podía concebir porque estaba casado con la Iglesia y, cual esposa defraudada, su reacción no se hizo esperar.

Una vergüenza que nos puso en las primeras páginas de todos los periódicos del mundo. Una más!

Intenté algo, Allegra. Intenté hacer algo que pensé que me haría feliz. Me alejaría de tí por unas semanas pero haría algo para y por mí que me llenaría de orgullo y satisfacción. Necesitaba algo así. Estoy muy triste, muy deprimida, muy cansada.

No logré mi objetivo. No me separaré de tí pero no logré mi objetivo. Agridulce.

Mientras tanto, la vida sigue. La Pascua pasó y la actividad se reanudó. Los gastos suman y siguen y yo te quiero cada día más.

Tus 17 meses son una ricura y verte crecer cada día es un placer. Espero que estas crónicas lleguen a tu mente en algún momento y que sepas como crecías, al lado mío y qué pasaba en nuestro entorno.

Llegar a tu mente algún día será grandioso...llegar hoy a tu corazón, es lo que me da aliento.

Diferente a los demás.

No sé si es porque creces sola; no sé si es porque te pareces mucho a tus padres; no sé si es tu carácter pero lo cierto es que eres diferente a los niños que veo y que te ven a tí.

Te gusta el silencio, te cuesta ser cariñosa (salvo con nosotros), no te gustan los dulces, tan construido alrededor de tu mamita tienes tu pequeño mundo que ni fuera de casa rompes con tus principios. Eres diferente, única, exclusiva, preciosa, intensa, interesada en todo y con ganas de reir si se puede, las 24 horas del día.

Sin embargo, ésto eres para mí, para que yo te vea. Los demás tienen prohibida su entrada en el mundo y, si yo no me siento a gusto en un lugar, tú tampoco. La conexión es asombrosa, es como si nuestras mentes y sentimientos estuvieran conectados a través de cables de oro.

Sorprendente en cada sentido e inteligente nata: si yo te muestro algo, es como si ya te lo hubiese enseñado. No necesito repetirlo porque tu cerebro ya lo asimiló y tú lo haces como si toda la vida llevaras haciendo solamente esa cosa.

Cómo te hicimos, Allegra? No lo sé. Qué pasó dentro de la vorágine de construcciones de ADN que precedieron a tu nacimiento? Quién sabe, lo único cierto es que eres algo demasiado grande y yo no sé si seré la mamita que pueda estar a tu altura.

Quiero darte el mundo pero creo que el mundo es poco para tí.